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miércoles, 2 de mayo de 2012

Los masajes: no sólo una cuestión de piel





La piel se define, no sin razón, como el mayor órgano funcional del cuerpo humano. Se encuentra directamente relacionada con el sentido del tacto, que se responsabiliza de la sensibilidad táctil propiamente dicha (sensaciones mecánicas de contacto, presión y vibración), la sensibilidad térmica (sensaciones de calor y de frío) y la sensibilidad cenestésica (palpación y reconocimiento de objetos). Nos contacta con el entorno, pero a la vez resulta ser el órgano que establece los límites entre nuestro yo y el medio.

A través de ella accedemos al mundo de las emociones, estableciendo una relación con nuestro sistema límbico relacionado con la memoria, la atención, los instintos, las emociones (por ejemplo placer, miedo, agresividad), la personalidad y la conducta.

Mediante una sesión adecuada de masajes, adaptada a cada necesidad, utilizando la técnica apropiada, las esencias y cremas correctas y propiciando un ambiente sereno y agradable, es posible acceder al mundo de las emociones que se manifiestan muchas veces como contracturas, dolores, calambres y malestares generales.


Los orígenes de la piel

La piel surge en los primeros días de la vida del embrión humano, casi al mismo tiempo que el cerebro. Pocas semanas después de la fecundación, las células que se están multiplicando para formar los distintos tejidos se distribuyen en tres estratos, llamados "hojas embrionarias". 

Del primero se formarán todos los órganos internos, del segundo los músculos y el esqueleto y de la tercera hoja se originará el sistema nervioso y el revestimiento del organismo, es decir, la piel y las mucosas. Pero la maduración de este preciado órgano se “completa”  con el nacimiento, aunque sigue perfeccionándose durante toda la vida.


Funciones generales de la piel

La piel cumple una serie de funciones básicas para nuestro organismo que podemos resumir de la siguiente manera:

Relación, contacto, delimitación y protección. Como ya mencionamos, la piel es un órgano mediador, gracias al cual recibimos los estímulos del exterior: podemos sentir los efectos del calor, el dolor, el frío, el contacto con otros materiales, la presión, etc. Esto es posible por las terminaciones nerviosas que la componen y las estructuras especializadas con las que cuenta. Nos protege de las agresiones que puedan proceder del exterior.

Termorregulación. Es el principal órgano del cuerpo humano encargado de regular la temperatura corporal. En este sentido, gracias a su permeabilidad capilar, podemos considerarla como un medidor de temperatura que permite el  aumento o disminución de la temperatura del cuerpo.

Metabólica. La vitamina D es sintetizada por la piel.

Inmunológica. Es la primera barrera inespecífica de nuestro sistema de defensas, pues cuenta con células que cumplen la función de protección contra agentes patógenos.

Secreción y excreción: Gracias a  estructuras especializadas, la piel  funciona como sistema que permite liberar gran cantidad de toxinas y también es capaz de producir y verter sustancias de protección, emolientes y de hidratación.

Expresión: Junto con los músculos del rostro, la piel participa en la expresión, permitiendo la manifestación de nuestro pensar y sentir.



 En un nivel más sutil, incorpóreo y energético, sus funciones giran en torno a un tema común que oscila entre dos polos: uno de separación y otro de contacto. En la piel senti-mos el mundo que nos rodea y de la piel no podemos salirnos. Es la ventana del alma junto con los otros órganos de los sentidos. 

Ella refleja nuestro modo de ser hacia el exterior. Es la superficie en la que se reflejan los órganos internos. Toda perturbación de uno de nuestros órganos internos se proyecta en la piel y toda afección de una determinada zona, es transmitida al órgano correspondiente. En esta relación se basan todas las terapias de zonas reflejas aplicadas en medicina naturista.

Ni lo que ocurre en la piel (mancha, tumefacción, inflamación, acné, absceso) ni el lugar de su aparición, es casual sino indicación de un proceso interno. La piel no sólo muestra al exterior nuestro estado orgánico interno sino que en ella y por ella se muestran también todos nuestros procesos y reacciones psíquicas. Algunas de estas manifestaciones son tan claras que cualquiera puede observarlas: una persona se ponen colorada de vergüenza y blanca del susto, suda de miedo, el cabello se le eriza de horror o se le pone piel de gallina.

A través de los masajes es posible dialogar con  nuestro cuerpo, siendo la piel un intermediario y traductor excepcional.





La historia del masaje

El masaje es una técnica muy antigua. En el año 2.698 a.C., en China, los monjes exponen en el libro del Kong Fou sus concepciones relativas a la higiene del cuerpo: el masaje aparece aquí en un buen lugar, asociado a los ejercicios físicos. 

 En la India, el libro del Ayur-Veda, texto sagrado dictado por Brahma a sus discípulos (siglo XVIII a.C.), recomienda el masaje como medida de higiene corporal. 



Los antiguos egipcios han dejado documentos que evocan el masaje con fines terapéuticos e higiénicos con una especificación bien estructurada de las diferentes maniobras. 

Cinco siglos a.C., en Grecia, después en Roma, Asclepíades, Heródico, Hipócrates, Celsio, Galeno, entre otros, contribuyen con sus escritos a las terapias manuales.

Fueron los árabes quienes mantuvieron las técnicas del masaje y perpetuaron la tradición. De hecho, el vocablo “masaje” parece proceder del término árabe: “mass”, que significa tocar con suavidad.

Otro tanto sucede respecto al masaje terapéutico. El Obispo Bernardino Gómez Miedes, quien padecía de Gota, escribió el primer libro y describió las técnicas de ama-samiento muscular y el masaje osteo-articular en el cuello y otras regiones, exactamente como se practican en la actualidad.

Teniendo en cuenta lo dicho hasta aquí, el masaje puede definirse como “toda maniobra manual o mecánica que moviliza de manera metódica los tejidos o los segmentos de miembros para fines estéticos, higiénicos, deportivos o terapéuticos.”


Las acciones generales del masaje y los planos sobre los que actúan

El masaje puede actuar:

Sobre el plano neurológico: la estimulación apropiada de los receptores cutáneos, musculares, periarticulares da nacimiento a influjos nerviosos aferentes que bombardean el sistema nervioso central provocando respuestas que modifican la regulación del tono local.

Sobre el plano vascular: la modificación de la circulación sanguínea y linfática desencadenada por el masaje no es algo subjetivo, sino que constituye el elemento más demostrativo que se puede comprobar experimentalmente.

Sobre el plano bioquímico: por la liberación de mediadores químicos (histamina, catecolaminas, endorfinas y otras sustancias que modifican nuestra vida vegetativa y relacional.

Sobre el plano sómato-psíquico: la vivencia del masaje se integra, durante la sesión, a una imagen nueva del cuerpo, lo que contribuye a una mejora del esquema corporal.



Efectos del masaje sobre las funciones de la piel

Se produce un aumento de la temperatura debido probablemente a un aumento del lecho vascular, generando un efecto calorífico que produce una agradable sensación.

Facilita además el drenaje linfático y sebáceo, debido, entre otras razones, a una contracción refleja de los músculos.

Facilita el intercambio de sustancias tales como aceites, cremas y esencias, cuyos componentes son absorbidos por la piel una vez aplicadas, logrando así el efecto buscado.

Se constata un aumento de sensibilidad en la zona masajeada. Esta puesta en acción de los receptores táctiles, que estaban dormidos, hace que el individuo integre una imagen corporal más completa.

Hay un aumento del umbral de dolor, por lo tanto un efecto  analgésico.

La presión de los tejidos hace manar la linfa hacia los capilares linfáticos, por lo que cualquier ayuda mecánica beneficiará este hecho. El aumento de la reabsorción linfática provocará la filtración y arrastre de productos metabólicos.

En síntesis el masaje terapéutico, entraña numerosos efectos de carácter general que hacen intervenir los centros nerviosos; tiene efectos descontracturantes, antiespasmódicos; es  liberador  de mediadores químicos que modifican nuestra vida vegetativa y relacional. 




En el INSTITUTO VIDA YOGA nos especializamos en la práctica de masajes que integran técnicas tales con el shiatsu, el ayurveda -con aceites y esencias de altísima calidad-, el reiki y la dígitopresión como vehículos para la liberación de emociones tóxicas o que generan toxinas.

Dependiendo del estado de la persona, estos masajes pueden tener una duración de 45 minutos a hora y media y recomendamos comenzar con un shock terapéutico para luego realizar un tratamiento de mantenimiento mensual. En las sesiones se irán combinando distintas técnicas haciendo hincapié en la dolencia o región del cuerpo físico que se revele como depositario de nuestro estado emocional espiritual.

Al conocer ahora todos los beneficios del masaje terapéutico, ¿Quién no querría recibir un buen masaje?



Para solicitar turnos, comunicarse a:
Tel: 0351-4766791 (deje su mensaje y nos comunicaremos)
Tel celular :0351 153969179 - 0351 153994641
Email: vidayogainstituto@hotmail.com
http://www.vidayogainstituto.blogspot.com.ar





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